De cómo ser nueva... sin serlo del todo


Si algún imaginario lector se pasa por aquí, se habrá dado cuenta de que este blog lleva un tiempo más muerto que la carrera política de Mariano Rajoy.

No, no he tenido otro hijo, ni he dejado la Enfermería. Lo que he dejado ha sido mi puesto en Reanimación. Al menos, temporalmente. 

Os pongo en antecedentes. Mi subcoordinador ha dejado el cargo. Estaba hasta las narices de recibir por todos lados, supongo. Así que ha dejado esa plaza y ha vuelto a quirófano. 

Mi coordinadora, que necesita ese cargo como el respirar (Es lo que tiene llevar Reanimación, la unidad de Cirugía Ambulatoria y la Clínica del Dolor. Quien mucho abarca poco aprieta, supongo), intentó que alguien de Reanimación aceptase el cargo, pero la única persona interesada renunció porque querían imponerle unas condiciones que no le iban bien. En fin, es asunto suyo y no voy a opinar sobre el tema. 

Después de intentarlo con todos los demás (Yo incluida, pero ese puesto no es para mí. Detesto la gestión, no se me da bien, y estar todo el día con mi coordinadora... tampoco se me da bien. Lo siento, es la verdad), acabó aceptando el puesto un compañero de la Clínica del Dolor. Y como yo tenía experiencia en esa unidad, me han ofrecido su puesto mientras esté de subcoordinador. 

Hace cinco años, la primera vez que estuve en la Clínica del dolor, el trabajo de allí me encantó. Es totalmente diferente al trabajo de Rea, muy dinámico pero que llega a hacerse monótono; el trabajo en la Clínica del Dolor es más sosegado, pero mucho más complejo y variado. es como comparar los 100 metros lisos con el Iron Man de Hawaii. Nada que ver.

Por eso, cuando me dieron la oportunidad, no me lo pensé mucho. De hecho, incluso había pedido una plaza en esa unidad en la última movilidad interna, que fue a principios de año (Pese a que sabía que no tenía ni una oportunidad. Sólo había una plaza y todo el mundo sabía que ya tenía nombre. Pero eh, menos iba a conseguir si no lo intentaba). 

Llevo un mes allí. Un mes de reciclaje a marchas forzadas, porque después de cinco años, algunas cosas ya no las recordaba, otras ya no se hacen igual y muchas ni las había visto. Añadid que otra compañera lleva allí sólo quince días más que yo, y que sólo queda una compañera veterana, a la que llevamos loca con tanta duda. suerte que la pobre, aparte de ser una enciclopedia con patas, es un amor y nos tiene una paciencia inmensa. Ah, y añadid que a finales del mes pasado hubo un congreso de la Sociedad Española del Dolor aquí en Mallorca, y que han tenido que preparar ponencias, organizaciones diversas... El no parar. 

Pero bueno, ahora nos estamos empezando a situar y poco a poco las cosas se van normalizando. Así que pronto volveré a retomar este blog. Espero. 



De colores


¿Recuerdas, imaginario lector, el post Naranja Guantánamo?

Pues ya lo puedes olvidar.

Acaban de volver a cambiar los uniformes del personal de quirófano. Ahora son... azules. Y de papel. Y para conseguirlos tenemos que sacarlos de una máquina expendedora que sólo funciona con las tarjetas del bloque quirúrgico.

Vale. Primera queja. Los uniformes desechables. Ya no es sólo que me parece un despilfarro de recursos de padre y muy señor mío (Además, cada prenda viene en una fundita de plástico, desechable también, y con unas perchitas que ni Dios coloca después en la bandeja habilitada para ello. Ya las he visto sujetando las cosas más peregrinas en quirófano). Es que además te pelas de frío con ellos, aunque estén impermeabilizados. Con eso, sólo consiguen que no transpiremos y al final del turno, el vestuario huela a axila que es un primor.

Lo de las expendedoras no es tan mala idea para frenar el choteo de uniformes quirúrgicos por todo el hospital. O no lo sería... si las tarjetas funcionasen. La mitad de los compañeros siguen llevando uniformes naranja porque la máquina no les reconoce las tarjetas. Los nuevos a los que les hicieron las tarjetas en otros servicios, ídem. Y los recién contratados ni siquiera tienen tarjeta, porque el servicio de Recursos Humanos no tiene material para fabricar las tarjetitas. Olé.

Algo bueno: Tengo excusa para aumentar mi familia de Playmobil. ¡Hay que ser positivo, supongo!

En mi caso particular... Ahora en mi taquilla tengo lo siguiente.
*Dos uniformes blancos para cuando tengo que salir de la unidad. dos por si mancho uno.
*Dos uniformes verdes que tengo desde hace la vida, porque tienen botones y así no hago un streptease cuando abra los brazos, para cuando no encontraba uniformes naranjas (léase casi siempre)
*El único uniforme naranja de mi talla que he encontrado en los casi seis meses que llevo currando.
*Unos cuantos uniformes  azules que nos dieron antes de poner las máquinas, por si algún día se joden y no funcionan.

Súmale zuecos propios (Los zuecos proporcionados por el hospital son incomodísimos, y eso cuando hay), gorros, bolígrafos y demás chismerío que necesito para el trabajo.

En serio, he visto tiendas con menos variedad.

PD: Pues si vamos de azul, a volver a cambiarle la cara al blog, jajaja. ¡¡Al menos el color azul me gusta!!

Vuelve, a Urgencias vuelve tras la Navidad...


La noticia

Este sí es un clásico anual, las urgencias colapsadas de todos los inviernos. Muchas veces con casos graves, sí, pero la mayoría son cosas en plan "Llevo con tos todas las Navidades pero voy a urgencias después de Reyes, porque de repente me han entrado las prisas y mi médico no me va a ver hasta la semana que viene"

A veces creo que no merecemos la sanidad que tenemos.

Naranja navidad


Uffff, por fin. no veía el momento de que acabasen las Navidades.

Nunca he sido muy de estas fiestas. Supongo que cuando el peque sea algo más mayor será otra cosa (ahora está en la edad en que lo que más le gusta de los regalos es comerse el envoltorio) pero de momento, aún pienso más en los que se me han ido en Navidad que en los que estamos aquí.

Así que no me importa trabajar en estos días, incluso un poco más si tengo que hacerle un favor a un compi para que pueda irse a su casa. Ojo, un poco más, que algún espabilado ya me pidió que le hiciera todas las fierstas. Todas menos los festivos, ojo, que esos días se pagan muy bien.

No me importa hacer un favor. Pero tonta tampoco soy.

Este año lo he flipado con una compañera a la que han contratado para cubrir turnos libres estas fiestas. Eso quiere decir que vas a hacer todo lo que los demás no quieran, por feo que parezca es así. Bueno, pues los dos primeros días que estuvo aquí se los pasó quejándose de que le tocaba trabajar en Navidades. El tercer día renunció al contrato porque quería pasar las fiestas con su nuevo novio.

Alma de cántaro, si no te apetece trabajar, ponte como No disponible en la bolsa de trabajo. Que ya le darán el contrato a alguien que pueda (Y quiera) trabajar.

¡No me digas!

Noticia bomba

Otro bombazo: El agua moja.

Cual horda de langostas



En todos los años que llevo trabajando, en esto, he llegado a una conclusión: En todo mi servicio, soy la única que gasta parte de su sueldo en comida. Porque si no, que me expliquen cómo la gente se lanza a comer cada vez que alguien trae algo de merendar al servicio.
A diferencia de las plantas de hospitalización o las consultas, donde es más habitual que la gente lleve dulces, bombones y este tipo de cosas, en las áreas quirúrgicas no es demasiado frecuente. Pero cuando pasa... ¡Es un espectáculo! Como alguien haya dejado algo en el office de la reanimación, aparece por allí todo el mundo, incluida gente que no se acerca a vernos ni por obligación. Y no se comen un trocito, no. He visto ensaimadas de las grandes, de las que tienen un antebrazo de diámetro, desaparecer en catorce minutos. Catorce. Lo he cronometrado.
A ver si me entendéis, eso no me molesta. ¡Yo zampo como el que más! pero... el problema es cuando nadie ha traído nada. Lo de tener que rotular toda la comida que dejas en la nevera para que no vuele me parece tristísimo. Y que aún así vuele de todas formas, patético.
Hace unos años, supongo que porque la situción se salía de madre, el hospital llegó a un acuerdo con la empresa de cátering, y todos los días suben un par de bricks de leche para el café y un puñado de paquetes de galletas. Son paquetitos pequeños, de dos galletas como las de la foto. Dos. ¡Pues he llegado a ver a dos señores cirujanos peleándose por el último paquete!
Y eso no es lo más grave. El día en que cacé a una anestesista rebuscando entre los bolsos por si veía algo que merendar ya fue de juzgado de guardia.
Qué queréis que os diga, prefiero gastar un chispitín de mi sueldo en traerme algo de casa (y esconderlo bien) o bajar a la cafetería. Me parece pelín más digno.

Podría haber sido peor

La verdad es que mi vuelta al trabajo ha ido bastante, bastante mejor de lo que yo pensaba.

También es verdad que he tenido la inmensa suerte de coincidir con un equipo de trabajo estupendo. No he coincidido con los enfermeros y los anestesistas más problemáticos... hasta ahora. Manaña, por lo que tengo entendido, me toca algo muy diferente. Ya os contaré.

Incluso yo he estado mejor de lo que pensaba. A ver, echo de menos a mi pitu, pero también viene bien que nos separemos de vez en cuando. Yo puedo dejar de ser "la mamá de..." para volver a ser yo misma por un rato, y él no es tan sumamente dependiente de mí. Que con seis meses no espero menos, pero... si es capaz de comer y dormir bien con su padre, tanto mejor.

Aún me queda mucho por ponerme al día; durante mi ausencia han cambiado aparatos, protocolos, sistemas informáticos...Pero poco a poco me iré adaptando. ¡O al menos eso espero!

3...2...1...


Por fin va a llegar el momento: En dos días me reincorporo a mi puesto en la REA, tras diez meses de parón, entre problemas de salud y el embarazo, llevaba todo el año sin currar.

No diré que no me apetece, aunque vaya a echar mucho de menos al peque. Me gusta mi trabajo, y la dinámica de trabajo que hay en mi unidad. Pero por otro lado... me da tanta, tanta, taaaaaaanta pereza volver y encontrarme a los mismos de siempre, con los malos rollos de siempre...

Me veo venir que voy a encontrarme a Enfermería y a Anestesia en pie de guerra. Me da que el ambiente de trabajo va a ser irrespirable. Me temo que, como se me ocurra decir que me voy diez minutos a sacarme leche para poder seguir dando el pecho, va a haber algún compañero que se me va a quejar a la coordinadora. Se ve que lo de "A la seño vas" algunos lo interiorizaron demasiado en el cole.

Así que creo que en una semana voy a volver a ir como antes, yendo a hacer mis horas, aguantando la respiración para no decir ni hacer nada que ofenda a nadie y volviendo a casa escopeteada. Menos mal que voy a empezar a media jornada. Y que cuando vuelva me encontraré una sonrisa desdentada que me hará olvidar mis males.

Espero.

Enfermería y Catxit.

Cómo no, viviendo donde vivo, me tiene bastante preocupada la intención de Cataluña de separarse del resto de España. Pero no por el pueblo catalán, que está en su derecho de expresar lo que quiere; sino por los políticos, tanto en Barcelona como en Madrid, que lo han hecho todo de la peor manera posible, Mi temor viene por si, una vez independientes, por algún estúpido sentido histórico quieren anexionar a las Baleares. Aunque aquí no estemos por la labor.
De momento.
Como a día de hoy, 4 de octubre, todo son especulaciones, y además, imaginario lector, tú has venido aquí a leer cosas sobre la Enfermería, te dejo con un estupendo análisis que he encontrado sobre cómo afectaría la independencia catalana al colectivo enfermero.

Disfrutadlo

Naranja Guantánamo

Hace ya un par de meses que en el área quirúrgica de mi hospital cambiaron los uniformes verdes por este tono naranja butano. El motivo oficial es una renovación de la lencería del hospital; el real, que la gente ya pasaba de llevar su uniforme blanco y se ponía los verdes en todo el centro. Doy fe de que he visto compañeras con el traje verde en el autobús de camino al trabajo.

Lo gracioso es que es una práctica que usa todo el mundo en el hospital... excepto en mi unidad. Nosotros sabemos lo importante que es la asepsia y no sacamos ni la nariz por la puerta sin al menos habernos puesto una bata blanca. Pero la dirección del hospital se pensaba que éramos nosotros los que corríamos por el hospital de verde (claaaaro, y nos poníamos a hacer camas en la tercera, ya que estamos) y durante un tiempo incluso puso a un compañero de Lencería apuntando los nombres de todos los que cogíamos un traje verde. Al pobre chico se le caía la cara de vergüenza. Como han visto que era ponerle puertas al campo, ahora han optado por el cambio de colores.

Todo esto os lo cuento porque ayer fui al hospital a rellenar unos papeles y lo primero que me encontré fue a unos compañeros de trauma fumando en una de las puertas laterales del hospital (Eso ya da para otro post). ¿Adivináis? Los tres llevaban un estupendo y nuevecito traje naranja.

Me pregunto por qué no hacen como en otros hospitales, donde la ropa sale de una especie de expendedoras; pasas tu tarjeta de trabajador y te dan un uniforme de acuerdo a tu puesto. Total, ya han puesto este sistema en la máquina de café, ¿Por qué no en algo más importante?

¿Una buena noticia?


El titular

Esto es lo que tú, imaginario lector, vas a leer en el periódico de hoy. Y pensarás: Anda, qué bien, por fin se han puesto las pilas y han empezado a operar y a pasar consulta.

Es lo que pensaría cualquiera, lo sé. Pero no sabes lo equivocado que estás.

Veréis, los servicios públicos de salud ya llevan mucho tiempo yendo a destajo. Todos, todos los días. Pero lo hacían en su horario laboral, es decir, de ocho a tres y con alguna tarde suelta. No porque fuésemos vagos, es que no nos pagaban más horas. Y claro, lo sentimos mucho por la lista de espera, pero si un fontanero, un taxista o un maestro no trabajan gratis, ¿Por qué iba a hacerlo un sanitario?

El problema es que la población ha aumentado mucho más que el gasto en sanidad. Y nos hemos encontrado que el mismo personal está atendiendo, a veces, al doble de gente que el que deberían atender y para la que el servicio fue creado. Y como más población implica más enfermos, pues la lista de espera se fue el carajo.

Con los recortes la lista se disparó, porque aún éramos menos gente atendiendo a más pacientes. Pero ahora que lo peor ha pasado, nuestros insignes gobernantes han empezado a rascarse el bolsillo.

No os emocionéis; no han contratado más personal. Lo que han hecho es pagar más al que ya había para que trabaje también por las tardes. Es lo que llamamos una peonada: Un turno extra de quirófano o de consulta remunerado. Mejor remunerado que el turno de mañana, de hecho; si no, nadie querría meterse turnos de entre 10 y 14 horas entre pecho y espalda. Se ha intentado hacer varias veces; hasta ahora se habían conseguido pagar estos sobresueldos durante unos meses, pero esta vez llevan manteniéndolos más de un año. No sé si quiero saber de dónde están sacando el dinero.

Lo que estás leyendo, imaginario lector, es que unos profesionales ya saturados han sido sobornados para trabajar todavía más, atender cuantas más horas, más rápido y a más gente mejor, hasta que se vayan a casa molidos y en muchos casos sin haber visto la luz del sol en todo el día. ¿Que lo hacen bien? Genial. ¿Que con tanta tralla, se comete un error? Ah, es culpa del médico, enfermero, auxiliar... porque es un mal profesional. Empapelémoslo y dejemos que el resto siga trabajando, que hay mucha gente esperando.

¿Aún sigues pensando que es una buena noticia?

Por qué tengo en silencio el Whatsapp, parte 2


Como comenté un par de posts más abajo, acabo de tener un bebé, y aún estoy de baja maternal. En un mes se me termina, y pienso reincorporarme a media jornada, porque mi marido trabaja por las tardes y no tenemos más familia que pueda encargarse.

Como mis jefes ya han sacado los turnos de ese momento (los cuelgan con tres meses de antelación) ya han empezado a pedirme cambios; os transcribo uno de ellos (No os cuelgo capturas porque estoy escribiendo esto desde un tablet y no tengo Whatsapp aquí. Además, prefiero que no se vean nombres)

*Compañera: Hoooolis Mónica! Soy Fulanita de tal, tu nueva compañera de la urpa ^_^ ^_^
*Yo: Ah, hola, encantada
*Compañera: Mira, es que quería saber si podías pasar a tarde el uno de noviembre
*Yo: Lo siento, no puedo hacer tardes, por el peque
*Compañera: Y no podrías hacer una excepción? por mí? Porfis?
(Inciso: Odio la palabra "Porfis". y "Holis". Y todos los "Is")
*Yo: De verdad, me sabe mal, pero mi marido trabaja por la tarde y no tengo donde dejarlo...
*Compañera: Pero tu marido trabaja el día uno de tarde?
(Sí. Como tú. No somos tan raros, ¿sabes?)
*Yo: Sí
*Compañera: Y no puede llevarse al crío al trabajo?
(Aquí yo ya me estaba empezando a cabrear)
*Yo: No, no puede.
*Compañera: Es que nadie más me puede hacer el día
*Yo: Mira, a lo mejor la persona que haga mi media jornada puede cambiártelo por otro día
*Compañera: Es que yo no quiero hacer otro día, quiero pasar a mañana
(Aquí ya estaba cabreada del todo)
*Yo: Pues no puedo, lo siento
*Compañera: Y seguro que no puedes hacer una sola tarde? Pues joder con tu hijo

Aquí fue donde apreté el botón de "Silenciar chat durante un año". Luego bloqueé el número. 

O todos moros o todos cristianos



Los imaginarios lectores de Baleares saben que aquí sólo puede haber dos tipos de gobierno; cuando gana el PP con mayoría absoluta, se dedica a robar hasta en los parquímetros; cuando no consigue la mayoría absoluta, gobierna un conglomerado de izquierdas que tiene tres objetivos en la vida: Poner impuestos al turismo, obligar a todo funcionario viviente a tener un título de catalán y matarse entre ellos. Ah, y a robar también; tenemos el dudoso honor de ser la primera comunidad autónoma en registrar casos de corrupción en Podemos. 
¿Por qué os cuento este rollo? Porque ahora, como el invierno en cierta serie, se acerca la OPE del IB-Salut. Y claro, ha pasado lo que ha pasado las dos veces anteriores: Se han dado cuenta de que, como pidan como requisito sine qua non un certificado de conocimientos de catalán, se quedan sin médicos. Sin ir más lejos, me veo que la consulta de preanestesia de mi hospital la va a pasar el gato. Y a la que llegue el verano, también se quedarían sin enfermeras para las vacaciones. Repito, esto ha pasado dos veces ya, las dos veces que ha gobernado la izquierda en esta roquita. 

He de reconocerles el mérito; a la tercera lo han visto venir. Peeero... ¿Cuál ha sido la solución de las cabezas pensantes de esta comunidad? "Ah, mira, a los médicos y enfermeros no les pedimos el catalán porque hay pocos, pero a los auxiliares y celadores sí, que hay más"

¿En serio?

En serio.

Como te puedes figurar, imaginario lector, se ha armado la de San Quintín. Los colectivos a los que se les exige el idioma se quejan del trato discriminatorio y quieren que se le pida a todo el mundo; los que se han salvado, como no quieren pasar por el aro, quieren que no se le pida a nadie. Como he dicho antes, o todos moros o todos cristianos. 

...O como decía mi madre, "O follamos todos o la puta al río". Toda una dama ella.

Mirad, yo llevo en Mallorca más tiempo que la catedral de Palma. Y todo este follón no me afecta, porque yo conseguí mi plaza hace años. Pero he tenido tiempo de sacarme un título de catalán; de hecho, me he sacado tres, y actualmente tengo el nivel C2, el que da un máximo de puntos a un sanitario. Tengo muchos, muchos compañeros, médicos, enfermeros, auxiliares... que no se lo han sacado porque no les ha dado la realísima gana. Hay tres convocatorias de exámenes al año, cursos gratuitos impartidos por el gobierno, por la comunidad, por los sindicatos... pero no lo han hecho, algunos de 20 años que llevan pululando por el IB-Salut. 

Por eso soy partidaria de exigirlo; quizá no para trabajar en un contrato de verano, pero sí para optar a una plaza fija. Al fin y al cabo, esta comunidad es bilingüe. Y qué queréis que os diga, el nivel tampoco es tan complicado. Mi marido lleva en la isla 10 años, apenas habla catalán, pero tiene el título que le basta a un celador. 

¿De verdad es tan, tan complicado?

Por qué tengo en silencio el Whatsapp.

Si hay algo a lo que no me acostumbraré nunca, jamás de los jamases, es a los grupos de Whatsapp del curro. Yo tengo dos; uno sólo para enfermeras, que en teoría es para pedir cambios (Algo en plan "Socorro, ¿alguien puede cambiarme la mañana del jueves?") y otro abierto a todo el personal, coordinadores incluidos, que es para información general.

El primero me desquicia porque cada vez que alguien dice "¿Alguien puede hacerme el cambio X?" En seguida contestan las cuatro espabiladas del "Yo no puedo, estoy de viaje". O esquiando, o haciendo submarinismo o puenting... cualquier cosa que demuestre que su vida es mucho mejor que la tuya, que estás encadenada al curro. Yo habré pedido dos cambios en ese grupo y no pienso hacerlo más. No me interesa que Fulanita esté en el Congo belga o Menganita vaya a la fiesta del siglo.

Y el otro... ay, el otro. La información general para todo el personal se ha quedado en:

*Felicitaciones de cumpleaños, santos, bautizos, bodas o comuniones. Lo más normal es que nadie se acuerde hasta que una compañera lo menciona y todos nos subimos al carro (Siempre es la misma compañera. La llamamos La portera).

*Chistes malos. Si los ponemos las chicas, son chistes de enfermeros; si son los chicos, son chistes verdes. Si son verdes, de mal gusto y  acompañados con una imagen escatológica, los ha puesto el coordinador.

*Fotos de la macrofiesta a la que ha ido media unidad, y a la que tú no has ido porque nadie te lo ha dicho o porque nadie te quiso cambiar el turno en el grupo anterior.

Viendo el panorama, entenderéis que pase de los dos grupos. El botón de silenciar por 1 año es la mejor parte de esta aplicación. Yo lo tengo en los dos grupos. Y con mi suegra, pera ésa ya es otra historia.

Postureo enfemeril



Debo reconocer, imaginario lector, que soy muy fan de los gadgets para enfermeras que se llevan ahora. Cuando yo acabé la carrera,en el siglo pasado (literalmente), eras lo más si tenías un boli de cuatro colores, y ya si ibas con tu propio fonendo eras la pija de la unidad.
Pero ahora... Me paseo por las plantas y es rara la compañera que no lleva su propio reloj de solapa, tijeras fluorescentes enganchadas con cadenas de fantasía, una muñequita parecida a ella enganchada a un bolsillo, zapatos lo menos parecidos posible a los clásicos zuecos blancos y cualquier fruslería que te puedas imaginar.
A ver. Repito, a mí también me gustan y tengo varias chuminadas de ésas (Tengo muñecas de enfermera de quirófano en fieltro, fofuchas y hasta de Playmobil); no tengo problemas en llevar algo de vez en cuando, y más ahora, que nos han cambiado los uniformes y vamos de un espantoso naranja Guantánamo (El playmobil naranja está en proceso). Sólo me gustaría ver un poco de moderación. Que ayer, en mi centro de salud, ver sacando analíticas a una compañera con una bata morada, chapas por toda la camisa, unos zuecos rosa brillante con purpurina y tres muñequitos colgando... no sé. Llámame anticuada, si quieres, pero salvo que seas enfermera de pediatría y quieras distraer a los enanos, no hace falta ir como un árbol de Navidad. Pienso yo.